Esta sustancia (nitrito de anilo),
popularizada en los ’80 por la cultura gay y vendida comúnmente en las
sex-shops, es un vasodilatador, por ende sirve como relajante de los
músculos anales y vaginales. El uso prolongado puede hacer perder la
erección, pero una aplicación precisa puede producirla atinadamente.
Además, inhalada, produce una euforia instantánea y efímera, que
perfectamente puede sincronizarse con el momento del orgasmo.
Algunas parejas avezadas, en vez de
inhalar los poppers —entre las marcas favoritas están el Liquid Gold y
el Purple Haze— dejan que la sustancia se destile lentamente creando un
efecto encapsulado que rítmicamente puede empalmar con el calor de la
penetración. Poppers-saunas, espasmos modulados por la pérdida de la
conciencia.
El popper, una sustancia que produce un rush instántaneo, también es
usado por algunos paracaidistas al momento de arrojarse al vacío o por
clubbers que buscan sentir la eternidad del instante combinando sus
pastillas con el popper o acaso ofrecérselas a algunas chicas junkies
que andan por ahí.